lunes, 29 de noviembre de 2010

Martín Pérez Quiroga y Ponce de León, SJ, Fundador de Guasave

EL  PADRE   MARTÍN PÉREZ S. J., FUNDADOR DE GUASAVE. SIN.

                                                                                            Trabajo  que, con la denominción “Nuevos datos
                                                                                 históricos sobre el padre Martín Pérez S. J.”, obtuvo  el
                                                                                 Segundo Lugar en la mesa de Historiografía del XXVIII
                                                                                 Congreso   Nacional   de  la   Asociación   Nacional  de
                                                                                 Cronistas de Ciudades Mexicanas,  A. C. celebrado en
                                                                                 la ciudad de Toluca, Mex. del 26 al 30 de julio de  2005.
                          

El Dr. en Derecho Raúl Cervantes Ahumada, ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, hombre extraordinario, distinguido jurista, preclaro profesor universitario, literato y poeta, escribió en 1942, un ensayo atribuyendo la fundación de Guasave, Sinaloa, al padre Hernando de Villafañe SJ.

Aparentemente irrefutable, el documento del maestro Cervantes Ahumada habla sobre la vida del esforzado jesuita fijando la fecha de la citada fundación en mayo de 1595.

El trabajo del Dr. Cervantes no cita fuentes bibliográficas ni documentales, se sustenta solamente en la autoridad de un jurista maestro, hombre de letras, investigador acucioso, pero no historiador.

Este trabajo fue publicado en mayo del mismo año por la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente, con sede en Guasave, con el título de “Hernando de Villafañe, Fundador de Guasave” y reimpreso en 1995.

Sin tratar de pasar por encima de las afirmaciones de Cervantes Ahumada, se puede decir que el ensayo ofrece solo una biografía del padre Hernando de Villafañe; a quien atribuye la creación de una “misión modelo” establecida en Guasave y, aunque es indudable su estadía en Guasave, pueblo del valle del río Sinaloa también conocido como río Petlatlán, correspondiente a la Misión de San Felipe y Santiago de Sinaloa, en donde permaneció cerca de tres décadas, es necesario dar a conocer nuevos datos acerca de por lo menos un sacerdote jesuita, el padre Martín Pérez, quien misionó desde 1592 en el poblado indígena que hoy es la ciudad de Guasave, Sinaloa.

Esto se deriva de descubrimientos históricos posteriores al ensayo de Cervantes Ahumada, entre los que podemos citar los dos siguientes:
Uno.- La Relación de Antonio Ruiz; una prolija crónica sobre la región del Valle del río Sinaloa la cual abarca desde la fundación de la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa el 30 de abril de 1583, hasta el año de 1596, en que está fechada la Relación a que hago alusión.  La Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa, fue el asentamiento de la primera misión jesuita en el Noroeste de México, la cual fue fundada en 1591 por los sacerdotes jesuitas Gonzalo de Tapia y Martín Pérez.

Dos.- La Relación de la Provincia de Nuestra Señora de Sinaloa en 1601, encontrada por Edmundo O’Gorman y publicada el año de 1945 en el Boletín del Archivo General de la Nación Tomo XVI, No.2, p. 175-194, bajo el nombre de Relación de la Provincia de Nuestra Señora de Sinaloa en 1601.

La Relación de la Provincia de Nuestra Señora de Sinaloa en 1601, se tuvo por anónima hasta mediados de la década 1990, cuando el Dr. don Luís González Rodríguez y la Dra. Carmen Anzures y Bolaños publicaron un estudio comparativo entre la llamada “carta anónima”.

En su trabajo, los maestros González y Anzures concluyen que la Relación puede atribuirse al padre Martín Pérez, SJ, ya que tienen “… una similitud de estilo y contenido que muestran el ser tan solo un autor el que escribió estas crónicas” pues sus textos fueron contrastados contra los siguientes documentos:

I) Carta en latín, del 1 de diciembre de 1591, la cual aparece dentro de la Carta Anua del 1590-1591 (ZAMBRANO, Francisco, Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús, MEXICO, JUS, 1971 Tomos IX y XI p. 482-483)

II) Carta Annua de 1591, fechada en Puebla de los Ángeles el 12 de abril de 1592, firmada por el provincial Pero Díaz, (ZUBILLABA, Félix. Monumenta Mexicana, 1590-1595, Tomos IV y V. p. 350-354. Roma. 1971. Instituto Histórico, S. I.)

III) Carta Annua de 1592, Firmada en México por el provincial Pero Díaz el 31 de marzo de 1593 (ZUBILLABA, Félix. Monumenta Mexicana, 1590-1595, Tomos IV y V. Roma. p. 86-96.1973, Instituto Histórico, S. I.)

IV) Carta del padre Gonzalo de Tapia, SJ, al padre general Claudio Aquaviva, fechada en Sinaloa, el uno de agosto de 1592. (ALEGRE, Francisco Javier. Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús de la Nueva España, edición de Ernest J. Burrus y Félix Zubillaga. Roma. Instituto Histórico, S.I.

Algunos antecedentes:

La Villa de San Juan Bautista de Carapoa, fue fundada el 24 de junio de 1564 por el conquistador Francisco de Ibarra y  hasta el tercer cuarto del siglo XVI, el asentamiento hispano más septentrional de la costa del Pacífico, dentro del territorio habitado por la Nación Cahita, pueblo semi nómada, libre y orgulloso unificado por lengua y costumbres. Quince años después, el poblado había sido abandonado por los pioneros españoles ante la hostilidad de los naturales de la región.

El capitán Pedro de Montoya, quien acompañara a Francisco de Ibarra en su exploración al Norte de México en 1554, fue enviado por el gobernador de la Nueva Vizcaya, Hernando de Trejo y Carvajal al frente de 30 hombres de a caballo y armados de arcabuces, con órdenes de recuperar los territorios del norte de Sinaloa, De Montoya decidió crear un nuevo poblado en un sitio mejor ubicado.

Así, el antiguo soldado de Ibarra fundó la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa el 30 de abril de 1583. Ese mismo día, don Pedro de Montoya cambió el nombre de la corriente fluvial denominada Petlatlán por los indígenas imponiéndole la de Río Sinaloa. El nombre indígena aún se sigue utilizando como denominación alterna del Río Sinaloa.

Testigo de estos hechos fue el soldado Antonio Ruiz, quien el año anterior se había incorporado a la partida comandada por Montoya. Antonio Ruiz hijo de Juan Ruiz, integrante de las tropas que llegaron a Sinaloa bajo las órdenes de Francisco de Ibarra, había tomado las armas a temprana edad pues las crónicas hablan de “un muchacho de 14 ó 15 años”, que se integró a las huestes del conquistador zacatecano en 1568.

Este personaje ha cobrado especial relevancia para la historia de la colonización sinaloense por haber escrito una de las más precias crónicas de la conquista material y espiritual del norte de Sinaloa. Esta crónica cubre la etapa de 1584 a 1596.

Ruiz, bajo los auspicios de la Compañía de Jesús, refiere en su relación que
Don Pedro de Montoya sucumbió en un enfrentamiento contra los indígenas.
Consecuentemente el gobernador de Sinaloa Hernando de Bazán, hombre de carácter difícil y vengativo, armó dos expediciones punitivas. La primera atacó los pueblos del valle del río Sinaloa, diezmando la población aborigen; no satisfecho con estas acciones,  extendió su brazo armado hasta algunos asentamientos del Valle del Yaqui, en lo que hoy es Sonora los cuales no tenían ninguna conexión con la muerte de Pedro de Montoya.

Esto creó un odio profundo de la nación Cahita, pobladora de la región contra los conquistadores y, cuando la segunda expedición, de 18 soldados al mando de Gonzalo Martínez se internó en las tierras del Petlatlán, fueron atacadas y aniquiladas en una masacre equiparable a la batalla donde Pedro de Montoya perdió la vida.

Tras estos lamentables hechos, cinco familias que todavía habitaban la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa, hicieron el intento de regresarse a Culiacán en busca del amparo del Gobernador, pero fueron conminadas a permanecer en el poblado bajo amenaza de pena de muerte si abandonaban la plaza.

En 1589, don Rodrigo del Río de la Loza fue nombrado gobernador y, en vista de que por la fuerza de las armas no había podido conquistarse esta región, en 1590, el gobernador Rodrigo del Río y Loza pidió al virrey don Álvaro Manríquez de Zúñiga, religiosos  que pudieran lograr con la persuasión y bondades de la religión, lo que los arcabuces y espadas no habían conseguido. Atenta a la invitación, la Compañía de Jesús tuvo la atingencia de enviar a Sinaloa dos de sus sacerdotes: Gonzalo de Tapia y Martín Pérez para fundar lo que sería la primer misión jesuita en el occidente de México.

El padre Gonzalo de Tapia (1561?-1594), originario de la provincia de León en España, había llegado a México en 1584 destinado a Pátzcuaro, Michoacán; en 1588 fue cambiado a Guanajuato, de donde se trasladó a Zacatecas y de ahí a Sinaloa.

El padre Martín Pérez, (1560-1616) criollo nacido en la Hacienda mineral de San Martín en la Nueva Vizcaya, la cual en la actualidad pertenece al municipio de Poanas, Durango, se ordenó sacerdote el uno de octubre de 1588. A partir de esa fecha fue asignado a la misión chichimeca donde permaneció entre los indios pames de San Luís de la Paz, hasta mayo de 1591, cuando fue enviado a Sinaloa donde permaneció hasta su muerte.

La pareja misional llegó a Culiacán bajo los peores auspicios pues la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa subsistía en forma precaria. Rescato de la Relación de Juan Ruiz la fecha de llegada a tierras del Petlatlán: “los padres entraron en estas provincias el año de noventa y uno a los principios del mes de junio….”

 De la misma Relación, rescato el siguiente dato: “Luego se repartió entre los dichos padres la visita y conversión de estos naturales. El padre Gonzalo de Tapia se fue a Ocoroni y el padre Martín Pérez tuvo a su cargo El Opochi y los pueblos de Cubiri, Petatlán y Bamoa…”

Sigue Ruiz: “En este tiempo, habiendo venido a este tiempo los padres Juan Bautista de Velasco y Alonso de Santiago,… acordó el padre Gonzalo de Tapia ir a la ciudad de México a dar cuenta y razón de esta tierra al padre provincial … quedando en esta provincia y con nosotros los padres Martín Pérez, Juan Bautista de Velasco y Alonso de Santiago de la Compañía de Jesús, quedándoles a cargo los indígenas de Ocoroni y al padre Martín Pérez los de este río.”
Con estos antecedentes de nuevo me remito al estudio de los maestros Luís González Rodríguez y María del Carmen Anzures y Bolaños sobre la llamada Carta Anónima donde expresan lo siguiente: “O’Gorman consideraba en 1945 (el documento), como anónimo, aunque señalaba que podía ser su autor Martín Pérez o Juan Bautista de Velasco, ni tomaba en cuenta a ningún otro de los misioneros que estuvieron en Sinaloa (la Villa de San Felipe y Santiago de…)  los diez primeros años de su existencia”.

Al respecto los autores del estudio señalan que: “además de los argumentos que señalamos antes acerca de la autoría de la relación de 1601 por Martín Pérez: Para 1601, fecha de la Relación de Sinaloa y del primer decenio de la misión jesuítica en ese lugar 1591-1601, radicaron ahí ocho sacerdotes y un hermano coadjutor. Estos fueron: Gonzalo de Tapia, Martín Pérez, Juan Bautista de Velasco, Pedro Méndez, Hernando de Santarén, Alonso de Santiago, Bartolomé de Hermosa. Hernando de Villafañe y el hermano coadjutor Francisco de Castro. Por distintas causas para 1601, ya no estaban Tapia, muerto por los indios, Santarén que pasó a Topia y Tepehuanes Alonso de Santiago y Bartolomé de Hermosa quienes regresaron a territorios de la Compañía de Jesús en el centro de México. Quedaban pues, como posibles candidatos a ser el autor de esta relación, tres padres y un hermano, a saber: Pérez, Velasco, Villafañe y el hermano Castro”.

“A Méndes no lo consideramos posible autor por ser portugués y no tener un completo dominio del castellano. Villafañe tampoco por su reciente llegada, en 1596, y no tener el cúmulo de conocimientos geográficos, etnográficos y de evangelización que supone el texto del escrito. Del hermano castro no se sabe que tuviera una afición especial por escribir. Velasco podría ser el autor, tanto por el tiempo que llevaba en Sinaloa, desde 1592, como de su afición a escribir pues se conocen de él varias cartas y relaciones. Sin embargo no creemos que esta relación haya sido escrita por él porque ese mismo año tuvo que redactar una larga crónica acerca de la expedición a Chínipas realizada por Méndes y Martínez de Hurdaide”.
De lo citado anteriormente se desprende que el padre Hernando de Villafañe llegó a Sinaloa en 1596, un año después de mayo de 1595, fecha señalada por Cervantes Ahumada como la de fundación de Guasave.

Por lo tanto, y sin tratar de desvirtuar la labor realizada durante tres décadas el por el padre Hernando de Villafañe en Guasave y pueblos aledaños, considerando la evidencia de que el padre Martín Pérez designó a Guasave como pueblo de visita en 1592, estimo que debe exaltarse la figura de este sacerdote como pionero en la catequización de Guasave, Sinaloa.




BIBLIOGRAFIA

ALEGRE, Francisco Javier. Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús de la Nueva España, edición de Ernest J. Burrus y Félix Zubillaga. Roma. Instituto Histórico, S.I.

GONZALEZ, José. Historia del Presidio y Misión de San Felipe y Santiago de Sinaloa 1583-1769.  COBAES. 1998.

LOPEZ ALANÍS, Gilberto. Nuestra Señora de Sinaloa 1601. Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa. Culiacán Sinaloa. 2005.

OBREGON, Baltasar de. Historia de los descubrimientos antiguos y modernos de la Nueva España. Sría. De Educación, Departamento editorial. México.1924.

PEREZ, Martín, S.J. Cartas Anuas 1592-1593.  Archivo General de la Nación.

RUIZ, Antonio. Relación de Antonio Ruiz, Archivo General de la Nación.  Edición “Colección de documentos para la historia de Sinaloa” Coedición COBAES/CEHNO, A.C. Notas de Antonio Nakayama.

ZAMBRANO, Francisco, Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús, MEXICO, JUS, 1971 Tomos IX y XI p. 482-483

ZUBILLABA, Félix. Monumenta Mexicana, 1590-1595, Tomos IV y V. Roma. p. 86-96.1973, Instituto Histórico, S. I.

ZUBILLABA, Félix. Monumenta Mexicana, 1590-1595, Tomos IV y V. p. 350-354. Roma. 1971. Instituto Histórico, S. I.

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