martes, 22 de marzo de 2011

El papel de los medios de comunicación electrónica

EL PAPEL SOCIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION ELECTRÓNICA EN LA CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD CULTURAL SINALOENSE

                Síntesis  del  trabajo presentado como ponencia en el
                 Encuentro “Quilá 2006” de La Crónica de Sinaloa, A.C.

                                                            El Ayuntamiento de Guasave 1987-89, emitió el  Decreto  Municipal No. 8,
                                                      publicado en el Periódico  Oficial  el  1º de  julio de 1987, prohibiendo ejecutar
                                                      música  apologizadora  del  delito en bailes públicos.  El   siguiente  gobierno
                                                      municipal  tiró a  la basura este  ordenamiento. (1)

Como base para establecer cualquier reflexión acerca de Sinaloa y la cultura de los sinaloenses es necesario partir de un hecho incontrovertible: Aunque el promedio del nivel escolar de la población es de 7.6 grados es decir poco más de primero de secundaria (el promedio nacional es de 7.5)(2), esta cifra no revela una angustiosa realidad: Gran cantidad de personas que cursaron solo parte de la enseñanza elemental, y que por lo tanto declaran saber leer, adolecen de analfabetismo funcional una de cuyas consecuencias es la total indefensión ante los embates de todo instrumento persuasorio o cualquier elemento comunicacional novedoso que les  induzca a modificar el léxico, proponga modas ridículas en indumentaria, cambie las preferencias hacia géneros musicales aunque sean ajenos o lleve a desarrollar perjudiciales hábitos alimenticios. Somos altamente sensibles a la acción de la publicidad el arma más eficiente al servicio del consumismo y la transculturación.
 Está comprobado que el sinaloense lee pocos libros, pero es de justicia tomar en cuenta que siendo personas con inteligencia natural, dotados de extraordinaria vitalidad y con marcada inclinación hacia el progreso, sienten necesidad de allegarse información. Esta es obtenida a través de los medios de comunicación de masas, cuya arista negativa se encuentra su contenido desmesurado de publicidad consumista.
Ahora bien, para explicar la incalculable fuerza que han desarrollado los medios electrónicos al conquistar la preferencia del sinaloense debemos referirnos los  medios  de  comunicación de masas, distinguiendo dos vertientes: comunicación permanente y diferida (prensa escrita) y comunicación  fugaz  e instantánea (radio y televisión). Ambas  se complementan para transmitir información, cumplimentando, la  visión  macluhiana(3) de  la contracción   terráquea   y  de la galaxia de Guttemberg.
Definido  el apoyo mutuo que se brindan entre sí estos proyectores de comunicación para consolidarse como receptores-formadores de la opinión pública, estaremos de acuerdo que han logrado una extraordinaria influencia en la conformación de nuestro modo de ser, de nuestras preferencias  artísticas y de nuestras inclinaciones culturales; en una palabra: en la configuración de nuestra identidad.
La información fluye hacia el público receptor, que, por comodidad primero y por  brevedad  después,  privilegia la noticia radio-emitida, cuya aplastante ventaja sobre la prensa escrita se fundamenta en su inmediatez, largo alcance y uso de lenguaje  oral que elimina decodificar la  escritura,  tarea ardua, difícil y  tediosa para el sinaloense promedio, atacado angustiosamente, por analfabetismo funcional. Además la radio tiene un poderoso aliado, el  pequeño, portátil y económico receptor transitorizado, invaluable arma de penetración.
En nuestro País, dice Aguilar Camín:  "la  cultura  del  transistor fue implantada antes de que  llegara  a  las masas la cultura del alfabeto"(4). Esto  ha propiciado en el sinaloense  una virtual dependencia de la radio y televisión. De los espacios electrónicos nos allegamos toda información y por lo tanto se han convertido en uno de los más importantes factores en la configuración de nuestra cultura.
Ferdinand de Saussure elaboró una interesante tesis sobre la doble función de la lengua precisando que, aparte de su función sintagmática, la capacidad de expresar linealmente una idea,  la palabra tiene una función asociativa: cada palabra evoca relaciones con otras ideas y palabras que: "se asocian en la memoria y se forman grupos en cuyo seno reinan relaciones muy diversas....(5)
De acuerdo con lo afirmado por el padre de la Lingüística, estoy convencido que los grupos musicales y sus vocalistas, intérpretes de música narco, suscitan inconscientemente una fuerte tendencia a pensar en narcotraficantes y drogas aunque el tema o el género musical que estén interpretando no tenga ninguna relación con esta actividad ilícita.
Nuestro pueblo está transformando aceleradamente su identidad tradicional mimetizándose con la apariencia de quienes pertenecen al mundo del narcotráfico, cuyas jergas y modas han permeando en nuestras formas de hablar y de vestir. Si estas transformaciones fueran prácticas pasajeras o diferencias alotrópicas de la tradicional conducta sinaloense, cualquier alarma sería una postura, tal vez ridícula y quizá paranoica, pero el peligro es real. Las narco-modas se han infiltrado en el vestir y el hablar de los estratos juveniles de la sociedad, infestándolos perniciosamente pues conllevan un cambio fundamental en la concepción de los valores del  joven sinaloense deformando su personalidad al concebir la violencia, la drogadicción y la delincuencia como un comportamiento aceptado socialmente y, en este contexto, minusvaloran las criminales consecuencias del narcotráfico. Ya no asusta a nuestros jóvenes la escalada creciente de las adicciones.
Por otra parte las curvas ascendentes de las fármaco adicciones han dejado de ser preocupantes para muchos adultos aunque están conscientes que estos altos índices de drogadicción se reflejan en un creciente ascenso de los porcentajes de criminalidad, pues vivimos rodeados del submundo donde imperan las implacables e ilegales normas generadas por este terrible cáncer social y lo más aterrador de esta situación es la insensibilidad  con que aceptamos su corrosiva existencia.
En un interesante artículo periodístico, Leónides Alfaro citó a Elmer Mendoza en una estrujante visión de nuestra aculturación narco “Para bien o para mal el narcotráfico está ligado al nombre de Sinaloa; sin pretenderlo quizá, ha incluido formas de convivencia, de vestir, de ver el mundo, incluso el lenguaje se ha visto invadido por términos surgidos de esta actividad...”(6).  Si en este momento hiciésemos un serio y sincero auto análisis, con el propósito de ubicarnos en nuestra exacta dimensión, quizá concluyamos que en realidad estamos integrándonos a la cultura narco, dentro de un panorama de indolencia que ha llevado a que el sinaloense esté empantanado en una angustiosa incapacidad para repudiar la violencia y el uso de drogas ilegales.

No se trata de ocultar la cabeza a la manera de los avestruces ni magnificar histéricamente un estado de cosas normal, sino de enfrentar con objetividad un problema cultural que está arrojando como resultado la generación de violencia y delincuencia, especialmente entre los jóvenes y los menores de edad; un estado e cosas que se manifiesta al perder con rapidez  la identidad ancestral al adoptar el vocabulario y las actitudes de personas vulgares convertidos en ídolos mediáticos. Así se ha perdido el particular modo sinaloense de expresarse mientras el mundo del narcotráfico está penetrando profundamente en la sociedad debido a la indolente aceptación de la cultura de la violencia y del crimen organizado la cual, con su habla y sus modas, ha contaminando las formas de vestir y de hablar de los sinaloenses.
Rescato la idea expuesta en un foro abierto por el maestro Ronaldo González,(6) la cual no solo ha conservado vigencia sino ha potenciado el horizonte de sus alcances al ampliarse el abanico de aplicaciones en el actual combate al crimen organizado. La propuesta del maestro González es realizar un sondeo serio y sistemático para conocer cuál es la forma en que los sinaloenses percibimos nuestra cultura, es decir nuestra propia realidad, cómo nos expresamos y, si nos aceptamos o no, como un pueblo integrado a la cultura narco. Hacerlo nos proporcionaría una invaluable herramienta para orientar los trabajos de recuperación de nuestra perdida identidad, devolviendo al sinaloense su tradicional comportamiento: bronco, musiquero, bailador, alegre, orgulloso, bebedor de cerveza y tal vez un poco pendenciero, pero franco, formal y apegado a su tierra.  
Con base en lo expuesto, es de considerarse la ineluctable responsabilidad que tienen los medios electrónicos de comunicación masiva ante la sociedad sinaloense, pues lo acepten o no, se escudaron en una falaz y especiosa concepción de la libertad de expresión para instilar en el público radioescucha, cautivo de sus transmisiones, el gusto por la música apologizadora del vicio, la violencia y el delito, creando una cultura admiradora de tales actividades sobre todo de la delincuencia relacionada con el crimen organizado y el tráfico de drogas, adunadas sus secuelas legales y sociales.
Al hablar de esto no se puede dejar de recordar un trabajo del maestro Sergio Jacobo Gutierrez en un interesante foro sobre Cultura donde afirma en uno de sus párrafos: “Los medios de comunicación también han contribuido a acrecentar el problema de la violencia en Sinaloa. En este campo, su influencia ha sido grande y profunda en virtud de que ellos crean hábitos, formas de conducta, tradiciones y costumbres; en una palabra son fuente generadora, transmisora y reproductora de la cultura de un pueblo”.(8)
Por esta razón los responsables de estos medios de información y entretenimiento, sin duda conscientes de su preponderante papel en la formación del gusto popular, tienen la obligación ética y ciudadana de implementar proyectos para el rescate de la identidad sinaloense eliminando de las transmisiones de radio y televisión, toda aquella música, teatro y demás representaciones audiovisuales, que hagan apología de la delincuencia y los hechos violentos y, adoptando una mirada más social y menos comercial,  reorienten las preferencias de sus públicos hacia géneros musicales de raíces netamente sinaloenses, los cuales enaltezcan los valores tradicionales del pueblo de Sinaloa, especialmente entre los jóvenes y cuyo objetivo específico, sea generar un cambio de hábitos que rescaten la huella ancestral del quehacer social del hombre de Sinaloa regresando a nuestra prístina configuración psico-cultural, de pueblo trabajador, arriesgado, creativo y valeroso.




                                                             B I B L I O G R A F Í A


1.-   PERIODICO OFICIAL DEL ESTADO DE SINALOA. 1 de julio de 1987.

2.-    I N E G I Censo de los Estados Unidos Mexicanos. Año 2,000.

3.-     McLUHAN, Marshall. “La Comprensión de los Medios como Extensiones  del Hombre Diana,
         México. 1992.

4.-    AGUILAR CAMIN, Héctor, "Después del Milagro", Cal y Arena.1993.

5.-    SAUSSURE, Ferdinand de. “Curso de Lingüística General” Planeta-Agostini  1985.
         pp.150/151

6.- MENDOZA, Elmer, Cit. Leónides Alfaro Bedoy en “Ancla y  Estrella”, suplemento
       Dominical de El Debate. 20/Sept/98.    

7.- GONZALEZ, Ronaldo. Sociedad, gobierno y cultura.      Memoria del Foro sobre Cultura.
       Cambio XXI Fundación  Sinaloa, A. C. Culiacán, Sin. 1992

8.- JACOBO GUTIERREZ, Sergio. “Identidad cultural, violencia y medios de comunicación”.
      Memoria del Foro sobre Cultura. Cambio XXI Fundación  Sinaloa, A. C. Culiacán, Sin. 1992

Una nueva mirada al templo de Nío, Guasave.

UNA NUEVA MIRADA AL TEMPLO DE NIO, GUASAVE. 

                                                                    Trabajo publicado por la Secretaría de Educación  Pública y Cultura del 
                                                                                       Estado de Sinaloa en la revista  “Enlace” No. 30 de Junio de 2004.

En la región del valle de Guasave existen dos construcciones en ruinas, edificadas evidentemente por los férreos misioneros jesuitas de negra sotana, entre los años 1591, fecha de la llegada de la Compañía de Jesús a Sinaloa y 1767, año en que la Orden fue expulsada de las posesiones españolas.
La primera y más antigua “Misión de Pueblos”, es la de Nío (Pueblo Viejo), construida de ladrillo pegado con argamasa, de la cual queda en pie parte de la pared norte y la capilla occidental que conserva la bóveda de media naranja típica de las construcciones jesuíticas.
La segunda está constituida por lo que ha quedado de las paredes de un templo ubicado en el centro del poblado de Nío, llamado en un tiempo “Pueblo Nuevo de Nío” para diferenciarlo del asentamiento humano denominado “Pueblo Viejo de Nío”, ubicado alrededor del lugar en donde estuvo la misión. Durante décadas se ha afirmado, bajo el sustento único de la tradición oral, que las ruinas de esta edificación corresponden a un templo que los jesuitas dejaron sin terminar cuando fueron expulsados de México.
No tengo noticias de que se haya encontrado un sustento documental que confirme esta versión y todo se funda en especulaciones. Sin embargo, considerando la magnitud de la gran misión de San Felipe y Santiago de Sinaloa en la ciudad de Sinaloa de Leyva, la cual fue terminada en 1635(1) y cuya planta arquitectónica está evidenciada por los cimientos que están surgiendo como resultado de las excavaciones realizadas por el INAH a partir del día primero de noviembre de 2002, por inferencia puede deducirse que el templo de Nío fue abandonado por los jesuitas completamente terminado y que probablemente el clero regular lo tomó a su cargo haciendo el revestimiento de piedra caliza en fecha posterior a 1767.
De las órdenes religiosas que en Nueva España se encargaron de la evangelización de los indígenas, la última en establecerse fue la Compañía de Jesús. El primer grupo de esta corporación llegó a la ciudad de México en 1572.
Ante los continuos fracasos de los españoles en su intento por dominar a los indios cahitas (Yoremem) por medios militares, el gobernador de la Nueva Vizcaya, Rodrigo del Río de la Loza, decidió, en 1589, llevar a cabo la conquista de la provincia de Sinaloa por otros medios: las misiones. Para lograr este propósito, solicitó al virrey y al superior provincial de la Compañía de Jesús que enviara religiosos a evangelizar a los cahitas (2).  La solicitud fue aceptada por la Compañía de Jesús, y el 6 de julio de 1591 llegaron a la Villa de San Felipe y Santiago los sacerdotes jesuitas  Gonzalo de Tapia y Martín Pérez. Para iniciar esta tarea fundaron la primera misión jesuita en el noroeste de las posesiones españolas del continente americano y con ella, una nueva etapa en la historia de Sinaloa.
Una de las primeras decisiones que se tomaron, fue establecer dos zonas de trabajo. En su relato de la conquista de Sinaloa, Antonio Ruiz nos dice: “… Luego se repartió entre los dichos padres la visita y conversión de estos naturales. El padre Gonzalo de Tapia se fue a Ocoroni y el padre Martín Pérez tuvo a su cargo el Opochi y los pueblos de este río Cuviri, Bamoa y Petatlán y habiendo visto bien el padre Gonzalo de Tapia los puestos de este río y los de Ocoroni, resolvió hacer casa y asiento en Ocoroni, y así lo empezó a hacer por obra(3).”
El padre Tapia fue a México y dejó encargada la misión al padre Pérez a quien auxiliaron los padres Juan Bautista de Velasco y Alonso de Santiago, todos pertenecientes a la Compañía de Jesús, según relata el escribano Ruiz.
La noche del 10 de junio de 1594, el padre Gonzalo de Tapia murió a manos de un cacique y brujo llamado Nacabeba y el padre Martín Pérez, se hizo cargo de la misión de Sinaloa, recibiendo poco después el auxilio de los SS. JJ. Martín Peláez y más tarde, Hernando de Santarén y Hernando de Villafañe. Para entonces, es decir, por lo menos un año antes del martirio del padre Tapia a manos de Nacabeba, el padre Martín Pérez había creado la misión adlatere de Nío como “Pueblo de Misiones” el cual tenía a Guasave y Tamazula como “Pueblos de visita.”
Uno de los pueblos de misiones más destacado fue el poblado de Nio (Pueblo Viejo) que absorbía todo el esfuerzo hispano. Excepto los datos referidos por el padre Martín Pérez en su Relación de la Provincia de Nuestra Señora de Sinaloa y sus Cartas Anuas, así como la “Relación” del capitán Juan Ruiz, escribano militar, pocos datos se tienen de Guasave de finales del siglo XVI. Sin embargo, el Dr. Raúl Cervantes Ahumada asevera que el padre Hernando de Villafañe estableció en Guasave, no en la fecha de su fundación sino tiempo después, una escuela misional para capacitar a algunos sacerdotes que misionaban en el noroeste. Datos que valdría la pena confirmar en los registros de la Compañía de Jesús, ya que fue hasta finales del siglo XVII, cien años después, cuando el padre Eusebio Kino abrió misiones en Baja California y la Baja Pimería.
Nuevas luces aparecen sobre el templo en ruinas ubicado en el poblado de Nío, municipio de Guasave, el cual, supuestamente fue dejado inconcluso por los jesuitas cuando fueron expulsados de la Nueva España en 1767. En una visita que realizó a Guasave el 10 de febrero de 2002 Michael Mathes(5), doctor en historia, catedrático de Historia Mexicana en la Universidad de San Francisco y que ha investigado la historia colonial del noroeste de la Nueva España y las Californias en Pueblo Viejo y el citado templo, recogió elementos para opinar, con probada autoridad, que los jesuitas dejaron los dos templos completamente terminados: uno en Pueblo Viejo y otro en el poblado de Nío. Posteriormente estos pasaron a manos de otras órdenes religiosas o tal vez al clero secular, en perfecto estado de uso y en consecuencia, su destrucción fue posterior a la fecha en que los jesuitas salieron de México.
Para reforzar estos datos, Se tiene la certeza que a fines de la década de 1870, este templo todavía conservaba su techumbre, de acuerdo con el relato de don Miguel C. Castro, famoso compositor Guasavense nacido en Nío en 1869, quien relató en varias ocasiones que en 1878, siendo un niño de nueve años, estando en la sacristía del templo en compañía del sacerdote que habría de celebrar una misa, escucharon un gran estruendo proveniente de la nave principal, cuyo techo, reblandecido por el agua proveniente varios días de copiosas lluvias, se había derrumbado hacia el interior del mismo(6). Considerando el prestigio y seriedad del señor Castro, jamás se ha puesto en duda la veracidad de este relato que nos fija la fecha en que la techumbre del templo se desplomó y que desmiente las afirmaciones de que el edificio jamás se terminó de edificar.

Las razones para decir que el templo de Nío fue terminado antes de que la Compañía de Jesús fuera expulsada de la Nueva España son las siguientes: 

Uno: Dato básico para afirmar que los padres jesuitas habían ya terminado el templo del poblado de Nío antes de abandonar la Nueva España es el recubrimiento de cantera. Si se exceptúa las construcciones de bloques de piedra, esto no se iniciaba jamás si la construcción del templo no se había terminado y, en el caso presente, la construcción presenta indicios de haber estado completamente recubierta con losas de cantera.
Dos: El templo tiene, bajo el recubrimiento de losas de cantera, una estructura de ladrillo pegado con mortero igual que el edificio de Pueblo Viejo.
Tres: El recubrimiento de piedra del muro frontal no es una estructura de carga.
Cuatro: Los restos de las paredes de bloques de piedra del interior están junto a otras paredes de ladrillo de piedra y de adobe, típicos de las construcciones jesuitas.
Cinco: Excepto la llamada Misión Madre jesuita en el Noroeste, la de San Felipe y Santiago de Santiago de Sinaloa, cuya construcción de piedras es obvia por estar construida en una zona rocosa, no son de piedra ninguna de las construcciones que dejó la Compañía de Jesús al Norte del río Sinaloa comenzando con el referido edificio de la misión de Pueblo Viejo.
Seis: El recubrimiento de piedra caliza de la entrada principal no ostenta el tradicional monograma de Jesús, típico en los templos de la Compañía, ya que por ese tiempo, los jesuitas carecían de escudo propio. Sobre el dintel de la entrada frontal está esculpida una imagen de la Virgen de Guadalupe advocación de María que era poco usual entre los jesuitas.
Siete: El derrumbe de sus techos podría deberse a una falla en sus vigas, de la misma forma como se quedó sin techumbre la misión de Pueblo Viejo, emplazada tan sólo a unos centenares de metros, lo cual echa por tierra la hipótesis que atribuye a inundaciones la caída del techo de la misión pues no existen datos fidedignos que registren una inundación a niveles tan altos. Sin embargo, es posible que alguna de las fuertes tormentas que cíclicamente se abaten sobre la región, haya afectado las vigas y losetas del techo debilitándose y propiciando su derrumbe.
Estoy seguro que estas reflexiones habrán de suscitar alguna polémica ya que, aparte de la Dra. Bargelini, cuyas investigaciones son del orden estético, no he encontrado noticias de que se haya investigado la historia de este templo remitiéndose a fuentes documentales fidedignas. Por otra parte, en términos generales, las personas prefieren aferrarse a sus mitos y creencias aunque sean ilógicas y poco sustentables y prefieren rechazar las verdades históricas cuando estas las apartan de la cómoda posición de aceptar pasivamente aquello que no les hace pensar y menos razonar. Queda la tarea a los historiadores locales realizar investigaciones en fuentes documentales confiables y dejar a las imaginaciones lugareñas las leyendas y los mitos

BIBLIOGRAFIA

1  BARGELINI, Clara. La Arquitectura Religiosa en Sinaloa. Estudio documental. UNAM, instituto de Investigaciones Esteticas. México. Siglo XXI. 1992. pp111-121.

2  ORTEGA NORIEGA, Sergio. Breve Historia de Sinaloa. Fideicomiso Historia de las Américas. El Colegio de México. Fondo de Cultura Económica. México. 1999.

3   RUIZ, Antonio. Relación de Antonio Ruiz. (Notas de Antonio Nakayama) Archivo de la Nacion. Edición “Colección de Documentos para la Historia de Sinaloa”. Coedición COBAES/CEHNO,A.C. 1992.  p. 58

4 PEREZ, Martín, S.J. Cartas de Sinaloa, en SAUER, Carl, Distribución de la Tribus y Lenguas Aborígenes del Noroeste de México. Edit. Siglo XXI. México. 1998.

5  MATHES, Michael. Disertación In situ sobre el templo de Nío. Grabación magnetofónica, 10 de febrero de 2002.

6  CASTRO  Vda. De Gámez, Jesús. El Templo de Nío. Crónica. Revista Presagio No. 42, Diciembre de 1980.